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La vida después de un cáncer de mama: la importancia de la actividad física, el impacto de la herencia y los cuidados para la piel

Fueron los ejes de una jornada abierta a pacientes recuperadas, con el objetivo de invitarlas a participar activamente del cuidado de su salud después de la enfermedad. Los beneficios cardíacos y emocionales del ejercicio, qué hacer cuando hay antecedentes oncológicos en la familia y los tips para proteger del sol las áreas irradiadas durante el tratamiento.

Junto con el diagnóstico temprano y la prescripción del tratamiento adecuado, la prevención es una herramienta fundamental para hacerle frente al cáncer de mama, el tumor que más afecta a las mujeres y el que mayor cantidad de casos registra en la Argentina. Mantener una vida activa, con una rutina de actividad física adecuada para las posibilidades de cada persona, brinda múltiples beneficios no sólo para reducir los riesgos de desarrollar la enfermedad, sino también para afrontar de una mejor manera el tratamiento y la posterior recuperación.

Esta temática fue el eje de apertura del encuentro de mujeres que atravesaron un cáncer de mama, que se realizó en septiembre en el marco de las Jornadas Nacionales de Mastología, organizadas en forma conjunta entre la Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Mar del Plata y la Sociedad Argentina de Mastología. Allí también se trató el impacto de la herencia en este tipo de tumores y el cuidado de la piel en las etapas posteriores a la enfermedad. El objetivo, en la previa del Mes de Concientización del Cáncer de Mama, que se conmemora durante todo octubre, fue involucrar activamente a las pacientes en su propio cuidado, brindándoles un espacio en el que puedan formarse y aprender más sobre su proceso de enfermedad y protagonistas de su propia historia.

“En primer lugar, el ejercicio mejora la salud cardiovascular en toda población, pero especialmente en pacientes que atravesaron un cáncer de mama, dado que ayuda a mejorar la circulación, capacidad aeróbica y la presión arterial, colabora con el manejo de los síntomas climatéricos asociados a algunos de los tratamientos y sobre todo aporta una sensación subjetiva de bienestar, manejo de estrés, ansiedad y síntomas emocionales subjetivos que muchas veces acompañan a un diagnóstico de cáncer”, explica la doctora María Florencia Calvo(MN 129537), médica especialista en mastología y cirugía mamaria del Hospital Italiano de Buenos Aires.

La experta agrega que la actividad física también amplía el rango de movimiento articular y ayuda a prevenir la sarcopenia o pérdida de masa muscular, que a su vez es un predictor muy importante de fragilidad en pacientes mayores. “Específicamente el remo, dadas sus características, ofrece una forma de drenaje linfático mecánico natural, que ayuda a mejorar en algunos casos el linfedema que puede desarrollarse en mayor o menor medida luego de una cirugía axilar”, detalla Calvo, que es miembro de la Sociedad Argentina de Mastología (SAM). En general, aclara, se recomienda que la actividad física sea acorde al potencial aeróbico de la persona que atravesó el tratamiento y adaptada a su edad y condición física. Puede ser una aeróbica o de entrenamiento de fuerza: lo importante es que sea autorizada por los médicos que acompañan a la paciente y conocen las particularidades de su caso.

Mantener una vida activa tiene un impacto positivo en la salud cardíaca: reduce el riesgo cardiovascular, de infarto y de accidentes cerebrovasculares. Pero también disminuye las alteraciones del sueño, brinda una mejora de la autoestima y la percepción de la imagen corporal y se asocia con beneficios físicos y emocionales a largo plazo. Además, ofrece otras ventajas indirectas, como es el encuentro con otras personas, la socialización y el manejo de la ansiedad y el estrés.

“El hábito del ejercicio es trabajoso de incorporar en quien no lo ha realizado previamente. Por este motivo, alentamos a las pacientes a empezar a ‘ponerse en movimiento’ con actividades y esfuerzos graduales, que no sean excesivamente demandantes de entrada, para minimizar la frustración y alentar a la persistencia en el tiempo. En general, a medida que notan y van cosechando los beneficios, se vuelve un círculo virtuoso de retroalimentación positiva gracias al cual se sienten alentadas para continuar haciendo ejercicio y de creciente intensidad. Cuánto más importante el bienestar físico logrado, más permanencia logran las pacientes en la actividad y mejor se sienten. Hay que tener en consideración también que muchos de los tratamientos oncológicos pueden producir fatiga, cansancio o desgano, que a veces lleva mucho tiempo en remitir. Por esto, es recomendable que el ejercicio se incorpore en forma sostenida, pero progresiva, respetando los tiempos y las necesidades de cada paciente individual”, sostiene.

Cáncer de mama hereditario: los signos que hay que tener en cuenta

Un dato importante que se planteó durante la jornada es que un tercio de las personas con diagnóstico de cáncer tienen familiares cercanos que también tuvieron la enfermedad. Conocer esta situación es fundamental para definir una estrategia de prevención más adecuada, que pueden incluir controles a edades más temprana, más estrictos o que incluyan estudios más específicos, según las características de cada caso.

“Muchas veces, estos antecedentes familiares aumentan las probabilidades de que el cáncer se desarrolle y deben ser evaluados para saber exactamente cuál es el riesgo en cada situación. Entre el 5-10% de los cánceres se producen por errores genéticos (mutaciones) que se heredan. En estos casos, el riesgo de desarrollar la enfermedad puede ser muy elevado, alcanzando a veces valores tan altos como el 80% y en algunos casos el 100% a lo largo de la vida. Identificar los casos de cáncer familiar y hereditario nos permite establecer medidas de prevención en todas las personas de ese grupo familiar, ayudando a mejorar la sobrevida, explica la doctora Silvina Sisterna (MP 117256), especialista en genética médica, ginecología y obstetricia del Hospital Privado de Comunidad de Mar del Plata.

Los tumores hereditarios suelen presentarse a edades más tempranas y pueden tener mayor riesgo de repetirse luego del tratamiento inicial, por lo que la temática tomó especial interés en la jornada que compartieron pacientes recuperadas en Mar del Plata. ¿Cuáles son las pautas que pueden hacer sospechar una predisposición hereditaria a un tumor mamario? La doctora Sisterna detalla las más importantes:

  • Cáncer a edad temprana.
  • Cáncer bilateral o multicéntrico.
  • Cáncer triple negativo.
  • Dos o más familiares con el mismo cáncer.
  • Cáncer en más de una generación familiar.
  • Dos tumores primarios en el mismo individuo.
  • Cáncer en el género menos frecuente (por ejemplo: cáncer de mama en hombres).
  • Aparición de tumores raros (por ejemplo: cáncer medular de tiroides, tumores desmoides, feocromocitomas, retinoblastomas, etc.).
  • Etnias de riesgo (por ejemplo: Judíos Askenazíes).

El nivel de riesgo se puede conocer a partir de una consulta de evaluación y asesoramiento genético. “Cuando se identifica una alteración en un gen de predisposición al cáncer de mama es probable que los controles posteriores al diagnóstico de cáncer de mama sean más rigurosos que en una paciente no portadora de una mutación. Estos controles van a estar sujetos al tipo de gen alterado. Hay genes de alto riesgo oncológico y genes de moderado riesgo oncológico. Esto determinará qué estudios mamarios deberían solicitarse y con qué frecuencia. Asimismo, en algunos casos se podría plantear una cirugía de reducción de riesgo oncológico (mastectomía)”, agrega la experta.

El cuidado de la piel, un punto clave

Entre las recomendaciones para las mujeres que atravesaron un tratamiento de cáncer de mama, hay algunas pautas para la vida cotidiana que es importante tener en cuenta. La doctora Ana Mariela Motta (MN 107930), miembro de la Sociedad Argentina de Mastología y de la Unidad de Mastología, Ginecología y Obstetricia de Mar del Plata, hizo foco durante la jornada en la importancia de “adaptar nuestra rutina diaria al cuidado de la piel para disminuir y prevenir los efectos secundarios del tratamiento”. En ese sentido enumeró una serie de tips de lo que sí deben hacer:

  • Utilizar cremas hidratantes y restauradoras al menos dos veces al día.
  • Utilizar productos suaves y sin perfume, como jabones neutros.
  • Tomar duchas cortas con agua tibia, y secar la piel delicadamente con una toalla suave.
  • Beber suficiente agua para mantener una buena hidratación.
  • Utilizar ropa cómoda y de fibras naturales para evitar irritaciones en la piel
  • Protegerse del sol: usando protector solar con FPS alto, incluso en días nublados o lluviosos para prevenir o reducir manchas en la piel y sombreros y ropa de mangas largas al estar al aire libre.

Por el contrario, la experta remarcó que como pautas de lo que no se debe hacer que es necesario no exponer las áreas irradiadas durante el tratamiento al sol, incluso aunque se aplique el protector solar; y evitar el bronceado artificial y las camas de bronceado durante el tratamiento.

“Es importante recordar que los cambios en la piel durante el tratamiento son transitorios. Por eso es clave comunicarse con el equipo médico y seguir sus recomendaciones para lograr una recuperación exitosa”, sostuvo y remarco que es crucial cuidar y proteger la piel incluso después de finalizar el tratamiento. “Mantener una piel saludable utilizando los productos apropiados y siguiendo las recomendaciones nos ayudará a minimizar los efectos secundarios”, planteó.

Una experiencia compartida

A la hora de las conclusiones, y en el marco del Mes de Concientización del Cáncer de Mama, la doctora Calvo afirma que el encuentro realizado en Mar del Plata “nos dejó tanto a médicas como pacientes, la sensación de que es más fácil trabajar por un objetivo común cuando es en forma colaborativa. Permitió ponerse en el lugar del otro, entender mejor sus necesidades, respetar sus tiempos, conocer las cosas que le preocupan y poder desarrollar juntos estrategias para compartir mejor la responsabilidad del cuidado, empoderar a la toma de decisiones compartidas y dar lugar a las dudas y preocupaciones que muchas veces pueden interferir en la adherencia a los tratamientos o el seguimiento y en última instancia dificultan el acceso al bien común deseado, que es el bienestar y la salud física, emocional y social de cada paciente que acompañamos en su recorrido”. 

“Es una manera de darle relevancia a las necesidades de la paciente y ponerlas en agenda compartiendo espacio con muchos de los mismos profesionales que las acompañan diariamente. Lo particular de este encuentro fue que se organizó dentro del programa científico de las jornadas nacionales, abriéndose la puerta para que pacientes y médicos puedan colaborar codo a codo en su sanación. Fue además una gran oportunidad para difundir la actividad que realizan las Rosas del Mar y ofrecer también testimonios genuinos de pacientes que puedan dar aliento a otras personas que enfrentan hoy dificultades similares”, concluye la experta de la Sociedad Argentina de Mastología.

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