Existe un mundo paralelo, virtual y digital, que es solo entretenimiento y tecnología, pero es un motor económico con un potencial increíble.
La tecnología ha cambiado nuestra forma de vivir, es cierto, pero también ha transformado la manera de crear, innovar y construir. Y, por ende, también la forma de hacer economía. La revolución de los últimos años, que no es solo tecnológica, sino también económica y cultural, ha alterado el arte y el entretenimiento, como lo demuestra la llegada de la cryptoarte, el gaming online y los NFT. Mundos inmersivos y digitales, mundos virtuales donde nacen nuevas oportunidades para artistas, desarrolladores e inversores.
Así que empecemos con los NFT, es decir, los Non Fungible Token, herramientas que a través de la tecnología blockchain permiten garantizar la autenticidad y la propiedad de una obra, convertiendo el arte digital en un bien exclusivo y coleccionable. Para entender su potencial, podemos citar al artista Beeple, quien vendió su obra «Everydays: The First 5000 Days» por una cifra que ronda los 70 millones de euros en la subasta de Christie’s, convirtiendo así a los NFT en un fenómeno global. Una tendencia que hoy transita por plataformas como OpenSea y SuperRare, donde los artistas pueden cargar, vender y monetizar sus creaciones en un mercado descentralizado. Sin embargo, el NFT más caro es el del artista digital Pak, titulado “Merge”. Cotización: algo así como 91 millones y 800 mil dólares en la plataforma Nifty Gateway.
Ambientes digitales nuevos e interactivos, que también se convierten en un escenario para el arte, son aquellos relacionados con el gaming online. Los ejemplos que podemos mencionar en este sentido son Decentraland y The Sandbox, que han combinado arte y gaming, permitiendo a los usuarios adquirir terrenos virtuales, en forma de NFT, donde pueden construir museos, instalaciones artísticas o espacios interactivos. Una especie de metaverso, específico para el arte o para el juego, como lo demuestran los casinos en línea españoles más famosos que se están aventurando en este universo para ofrecer una nueva frontera del entretenimiento. Dentro de Decentraland, de hecho, se encuentra el Decentral Games Tominoya Casino, lanzado en 2021 como una verdadera vanguardia del gambling, gracias a su capacidad de combinar NFT, blockchain y criptomonedas.
El binomio entre gaming online y Non Fungible Token, sin embargo, no termina aquí: juegos como Axie Infinity y Gods Unchained utilizan NFT para representar personajes, objetos y cartas únicas, que pueden ser compradas, intercambiadas o vendidas en mercados secundarios. O Fortnite, donde gracias a la colaboración con artistas como Kaws y Takashi Murakami, se pueden adquirir skins y objetos artísticos. Y no piensen que todo esto no tiene relación con el mundo físico: el British Museum ha colaborado con LaCollection para vender obras de Hokusai en formato NFT, haciendo accesibles sus obras a un público global y aprovechando el gaming para ofrecer experiencias educativas inmersivas.
Esto no sólo crea cultura, sino también una comunidad, que suele ser económicamente virtuosa. Artistas y desarrolladores pueden, de hecho, compartir las ganancias con sus seguidores en plataformas dedicadas, como Enjin, donde los usuarios pueden crear objetos NFT utilizables en varios juegos, favoreciendo la co-creación y la monetización directa.
Es así como el arte, la cryptoarte, los NFT y el gaming están redefiniendo los límites del entretenimiento y la creatividad. Son mundos virtuales que continúan evolucionando, ampliando las oportunidades para artistas, gamers y empresas, y no dejan de crecer. Y en este panorama que cambia rápidamente, la línea que divide al creador del consumidor se diluye, se difumina, dando lugar a una nueva forma de interacción, innovación y monetización. En un mundo virtual, es cierto, pero necesariamente conectado con el real.
