Advierten sobre cuidados cardiológicos indispensables ante tratamientos oncológicos

El desarrollo de nuevas terapias oncológicas, así como las clásicas terapias, han demostrado mejorar las probabilidades de curación y sobrevida de los pacientes con cáncer. Estos resultados, aunque alentadores, pusieron en evidencia y permitieron sacar conclusiones acerca del efecto por el uso de drogas oncológicas en detrimento de la salud cardíaca del paciente afectado.

Hoy se sabe que existe una incidencia de entre 10 y un 22% del total de los pacientes tratados con drogas oncológicas que pueden desarrollar algún tipo de afección cardíaca o vascular denominada cardiotoxicidad, hecho que se ve plasmado en distintas publicaciones de distintas sociedades médicas.

Los efectos cardiotóxicos más frecuentes detectados son: la disminución de la contractilidad cardíaca, el desarrollo de insuficiencia cardíaca, hipertensión arterial y arritmias, entre otros.

El momento de desarrollo de la cardiotoxicidad distingue la forma temprana, es decir, durante el tratamiento; o la forma alejada, de 7 a 10 años posteriores al haber finalizado el mismo. Por eso, se requiere una vigilancia cardiológica activa, ya sea durante la administración terapéutica hasta años posteriores a ésta, según los esquemas terapéuticos que realice cada paciente.

Este área de cuidados médicos la realiza un equipo de profesionales de la salud que interactúan permanentemente, constituído por  oncólogos clínicos y cardiólogos especializados denominando a esta especialidad cardio-oncología.

La cardio-oncología debe vigilar los distintos momentos de potencial presentación de cardiotoxicidad de cada droga, siguiendo esquemas de monitoreo ya validados internacionalmente. En este sentido, es de suma importancia la evaluación por el equipo de cardio-oncología previo al inicio del tratamiento oncológico, no sólo para informar a los pacientes sobre los síntomas clínicos más relevantes sino también controlar los factores de riesgo cardiovasculares clásicos, como la hipertensión arterial, diabetes, colesterol, etc.

A la vez, es también clave la medición de la función contráctil cardíaca por métodos no invasivos, como la eco-cardiografía. Esto permite tener la referencia inicial del valor de función contráctil, que se denomina fracción de eyección ventricular izquierda, y servirá para su futura comparación en los sucesivos controles para medir el grado de cardiotoxicidad de las distintas drogas, al cuantificar la magnitud de su caída que en el 80% de los casos se puede detectar en etapa pre-sintomática y tomar decisiones clínicas correctas.

Este método de vigilancia permanente de la función contráctil del corazón permite detectar cardiotoxicidad en el 90% de los casos dentro de los dos años de finalizado el tratamiento oncológico. Su detección permite instaurar un tratamiento médico inmediato y tener un alto grado de recuperación del daño miocárdico.

En la actualidad la cardio-oncología utiliza tecnología de última generación derivada de la ecocardiografía que se fundamenta en la medición de la calidad de la contracción denominada Strain Rate o deformación miocárdica. Este método permite predecir con un 70% de certeza la cardiotoxicidad por disfunción ventricular.

Al igual que los otros métodos, se requiere de una medición previa al inicio de la quimioterapia.

Cabe destacar que los métodos de vigilancia cardio-oncológica comenzaron en el año 2005 y puede ocurrir que muchos pacientes no se encuentren en controles periódicos y puedan ser portadores de cardiotoxicidad con efectos clínicos alejados que pueden comprometer su salud cardiovascular.

Imagen resultante de la medición integral de la contracción de todos los segmentos del ventrículo izquierdo.

Para ello, se debe recomendar:

  • Para pacientes en inicio de tratamiento oncológico: evaluación cardiovascular direccionado por su oncólogo de cabecera acorde a la droga que se utilice en el tratamiento.
  • Preferentemente en drogas con efecto cardiotóxico deben repetir controles cada tres meses el primer año y cada 4 a 6 meses los siguientes 2 años.
  • Conocer qué tipo de complicaciones cardiovasculares puede tener su tratamiento.
  • Elegir un centro de referencia cardiovascular para sus controles, y en lo posible con especialistas en cardio-oncología.
  • Para pacientes que hayan recibido tratamiento oncológico o radioterapia mediastinal dentro de los 10 años de su tratamiento, es recomendable una consulta cardiológica para conocer su estado de salud cardiovascular.
  • Los tumores principalmente recomendados para su control cardio-oncológico son: cáncer de mama, enfermedad de Hodgkin, Linfomas no Hodgkin, entre otros.

La Cardio-Oncología resulta entonces un valor agregado a los avances registrados en la terapéutica del cáncer. Pero requiere de una vigilancia activa. El Instituto Alexander Fleming, como centro de referencia en Oncología, cuenta con su centro de Cardio-oncología desde el año 2007, siendo la única institución de la Argentina que cuenta con una Departamento de Cardiología especializada en cuidados cardiovasculares de pacientes con diagnóstico, bajo tratamiento o seguimiento de las distintas terapéuticas del cáncer.

Dr. Daniel Santos – Jefe de Servicio de Cardio-Oncología. Instituto Alexander Fleming

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