Día de la madre saludo de Monseñor Ojea

Con motivo de celebrarse, el domingo próximo, el Día de la madre, Monseñor Oscar Ojea ha querido enviarles un saludo a todas las madres que acompañan el vivir de sus hijos

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Celebramos el Día de la madre. La madre que es la gran colaboradora del Señor en la creación, ya que nos lleva adentro.

Somos su carne, su sangre. La madre que acompaña.

La madre que nos dice la primera palabra de amor que recibimos al llegar a este mundo y si no nos la dice, sufrimos enormemente. En un lenguaje que solo conocemos misteriosamente, porque sin tener uso de razón, recibimos la voz de mamá, recibimos el cariño de mamá, recibimos la leche de mamá, por la cual comenzamos a vivir.

A través de ese amor nos vamos comunicando con los demás seres como si fuera la puerta o la ventana a la comunicación con todos los otros seres humanos, nuestra socialización.

La madre que acompaña. La madre que da lo mejor de sí. La madre que sabe desprenderse. Que ha tenido un hijo para la vida, para la iglesia. Que ha tenido un hijo para entregarlo.

Como la Virgen. Si miramos a la Virgen, vemos como ella, le da lo mejor de sí a Jesús. Se entrega toda, pero también lo entrega a él. Y cuando llega el momento de la entrega, ahí también, de alguna manera, está la madre.

Yo quisiera, en este día, recordar especialmente a aquellas mamás que han tenido que criar solas a sus hijos. Sin apoyo de compañero. A veces por abandono o por falta. Madres que han tenido que trabajar, que han tenido que luchar con un sacrificio enorme, por dar lo mejor de su vida a sus hijos.

Nosotros tenemos tantas madres así en nuestro pueblo. Que muchas veces se privan de ver a sus hijos, tenerlos con ellas mucho tiempo por necesidad de trabajar. Pero que, sin embargo, están entregando su vida por aquél ser que dieron a luz, colaborando con Dios en el misterio de la creación.

Quería tener un recuerdo particular para esas madres solas a quienes debemos tanto.

Y también quería recordar en este día de la madre y en la oración, a hacer una súplica por las futuras madres. Por aquellas chicas que el día de mañana serán madres, para que el Señor vaya preparando el corazón para este misterio tan grande.

Nadie como la madre toca el misterio de la vida y se acerca al misterio de la vida, con su cuerpo y con su corazón.

Nadie como la madre participa de este misterio tan enorme que es nuestra creación.

Y al mismo tiempo, nadie como la madre va conociendo también nuestra diferencia. Va conociendo nuestro temperamento, nuestro carácter. Cómo se va desarrollando.

Pedirle al Señor que, todas nuestras chicas que el día de mañana van a ejercer su maternidad, que puedan educar en libertad a sus hijos, que puedan educarlos bien. Educarlos cristianamente. Educarlos en los valores más importantes de la vida. Dar lo mejor de ellas mismas y luego, también, saber desprenderse de ellos, porque hay una misión y un misterio para cada uno de ellos en la vida y en la iglesia.

Rezamos por todas las madres. Incluimos hoy también a aquellas que han partido y les deseamos a todas Feliz día de la madre. Que puedan recibir el cariño y el agradecimiento del sus hijos en este día que celebramos con amor.

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