¿Qué hacer cuando los niños piden una mascota?

Asesoró Dra. Romanette Hurtado Latapiat, Coordinadora de Pediatría de SMG Center, M.N. 93611

Frecuentemente surge en los niños el interés por tener una mascota. Adoptar una puede ser una experiencia muy beneficiosa para su desarrollo, siempre y cuando se realice con dedicación y responsabilidad. Aquí, algunos consejos para evaluar si es el momento indicado. 

“Mascota” significa animal de compañía y, acompañar se puede entender como participar de los sentimientos de alguien. Tal como marcan estas definiciones, tener una tiene muchos beneficios para los niños y el entorno familiar, pero hay ciertos factores que deben tenerse en cuenta para garantizar el bienestar mutuo.

La decisión de tener una implica una profunda reflexión para la familia, ya que recibirla contempla una serie de responsabilidades. Por ello, es importante ser objetivos a la hora de evaluar si las condiciones son favorables para traer a este nuevo integrante: necesitan cuidados, amor, tiempo, recursos y adiestramiento, para que la vida compartida sea saludable y enriquecedora para ambas partes. Los adultos deben trabajar en que el niño se haga cargo de proporcionar cariño y cuidados a su mascota, de acuerdo al nivel de desarrollo alcanzado por éste. En este sentido, es conveniente definir qué animal se podría adaptar mejor a las condiciones particulares de cada hogar, considerando el espacio físico; la edad de los niños; la disponibilidad; y sus necesidades. Por ejemplo, generalmente, un perro requiere de uno a tres paseos diarios y un gato requiere ser peinado dos veces a la semana.

En esa línea, es importante conocer las características y las diferentes conductas de cada raza y especie.  El dicho popular dice que  “el perro es el mejor amigo del hombre”, por lo que ellos son considerados los más sociables o que más interaccionan con los sentimientos o emociones. Por ese motivo, tal vez sea el animal más recomendable. Sin embargo, cada mascota genera una interacción diferente con su entorno; puede ser un pez o un roedor, y lo principal es la responsabilidad que la familia tenga con ese ser y cómo los niños aprenden a establecer relaciones de cuidado y cariño. Incluso, hoy en día se registra un aumento de mascotas exóticas como hurones; erizos;  hámsters;  cobayos;  tortugas acuáticas;  iguanas;  sapos; peces; loros y otras aves que, si bien requieren cuidados específicos (sobre los que debe buscarse buena orientación), también pueden ser indicados para ambientes más pequeños. 

Los beneficios de tener una mascota

  • Desarrolla el sentido de responsabilidad. Ocuparse de su limpieza o alimentación, permitirá que el niño, a través de la experiencia, desarrolle el valor de lo que significa hacerse cargo de este ser vivo, siendo capaz de lograr una vinculación de protección y cariño, dejando afuera las posibilidades de maltrato.
  • Ayuda a la socialización. La mascota estimula y convoca el interés de su dueño, por ejemplo, al compartir juegos.
  • Genera empatía. El niño empieza a ponerse en el lugar del otro, en este caso de un ser indefenso, que puede tener  hambre por ejemplo. Para favorecerlo, es central explicarles que los animales no son ‘cosas’ ni ‘juguetes’, sino que sienten al igual que ellos.
  • Favorece la autoestima  del niño al valorar su capacidad de hacerse cargo de otro ser.
  • Se convierten en una compañía incondicional. Un animal no hace juicios de lo que se le dice, solo escucha, y eso reconforta.
  • Estimula el desarrollo emocional a través del lazo de afecto
  • Contribuye al aprendizaje moral. No maltratar a un animal es algo que se incorpora del código moral familiar. Por ello, si el entorno no está convencido de tener animales o mascotas, no es recomendable adoptarlas, porque el niño podría percibir al animal como algo que molesta o replicar la indiferencia hacia el mismo.
  • Enseñan el ciclo de la vida. La muerte accidental o por enfermedad de una mascota explica el ciclo de vida-muerte en una dimensión diferente. Tener esta experiencia puede involucrar sufrimiento, pero en la conversación con los papás el enfrentar la desaparición de ese ser puede tener una enseñanza.

Algunos riesgos y su prevención

Agresiones y lesiones. La agresión es una de las principales preocupaciones a la hora de decidir tener una mascota en casa. Esta es una conducta emocional propia del estrés de un animal, que puede darse por malas condiciones de manutención (que son responsabilidad de sus cuidadores), por condiciones propias a la naturaleza del animal o por factores clínicos.

La estadísticas indican que el mayor porcentaje de víctimas de mordeduras de perros son niños de 5 a 9 años, edad donde comienzan a relacionarse muy activamente con los animales, aunque sin plena conciencia de si están siendo invasivos o sobre entusiastas. Por ello, para evitar estos accidentes, se recomienda  no molestar a los animales mientras comen, duermen o tienen a sus crías cerca.  De todas formas, existen lesiones producidas por animales que son consecuencia de juegos o sin intención de causar daño.

Enfermedades. Los animales pueden transmitir diversas enfermedades infecciosas al hombre, denominadas “zoonosis”. El contagio puede ser de origen viral, bacteriano o parasitario (y, en menor frecuencia, por hongos) a través de mordedura, arañazo o por contacto con excrementos, saliva o caspa animal.

Las medidas preventivas simplemente implican la tenencia responsable de las mascotas, con controles veterinarios periódicos y vacunación; evitar que se alimenten con restos obtenidos de la calle; ofrecer alimentación envasada, un área limpia donde vivir; y propiciar la desparasitación periódica. En los gatos, particularmente, se debe evitar que salgan a la calle y estén en contacto con animales silvestres.

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