Volar con niños: 8 respuestas para dudas frecuentes

A la hora de planear un viaje con niños, el traslado en avión suele ser una de las principales variables para reflexionar, por su dinámica y por las limitaciones del espacio reducido. Sin embargo, esto no debe desanimar a los padres: pequeñas estrategias permiten convertirlo en una experiencia placentera.

*Asesoró: Dra. Mariela Ghiggi, Coordinadora Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos  de la Clínica Olivos (MN. 90166)

Viajar en avión requiere de mucha organización: pensar en la documentación que hay que presentar, en los elementos que hay que colocar en el equipaje y en los objetos que se pueden necesitar durante el vuelo. Y con niños pequeños, menores a 7 u 8 años, esta tarea se multiplica.  Sin embargo, existen varios factores a tener en cuenta, para hacer el proceso más fácil. Tomar decisiones a tiempo y planificar el viaje pueden aliviar la tarea de los adultos.

Planificar el horario del viaje

Se recomienda elegir un horario que se adapte a la rutina de los niños, teniendo en cuenta no solo la duración del vuelo, sino también el tiempo que tienen que permanecer en el aeropuerto y las posibles escalas.

Por ejemplo, si se suben a un vuelo transoceánico, viajar de noche puede ayudar a que se les pase más rápido, ya que el tiempo que estarán despiertos será menor. Cuando los vuelos son más cortos o los niños suelen dormir siesta, viajar antes del mediodía suele ser una opción acertada.

En ese sentido, trasladar niños menores de seis meses suele resultar más fácil. Después de todo, en el avión harán lo mismo que en casa: tomarán el pecho o la mamadera y el resto del tiempo dormirán, ya sea en los brazos del adulto o en las cunas que ofrecen las aerolíneas. 

Medidas de seguridad en el avión

Otra cuestión a considerar son las normas de seguridad y las dinámicas que éstas imponen. Es importante evaluar cuál será la mejor manera dentro de las posibilidades para garantizar comodidad para el niño y el adulto.

Es que, como los menores de dos años no ocupan asiento, se los debe llevar en brazos. Para ello, las azafatas entregan un cinturón especial para sujetarlos durante el aterrizaje y el despegue, que se entrelaza con el del adulto. En caso de no querer compartir el asiento, se debe llevar una silla de coche homologada. Cada adulto puede acompañar hasta dos menores de 2 años. En estos casos, se requiere que uno viaje en brazos del adulto y el otro en un asiento acondicionado.

Es recomendable que los niños viajen la mayor parte del vuelo con su cinturón de seguridad. Es necesario tenerlo en cuenta, ya que por cuestiones climáticas, por ejemplo, puede ser un requerimiento del personal. Esto, además, permite prevenir accidentes comunes: una inesperada turbulencia puede hacer que un niño con bajo peso salga despedido del asiento y se golpee o, durante la alimentación, por el espacio limitado, puede ocurrir que se derrame alguna infusión caliente o bebida. 

Comida en el avión

Al momento de alimentarlos, la lactancia materna suele ser una ventaja. Sin embargo, en caso que tome mamadera, se puede solicitar al personal que la caliente. Además, se puede llevar la cantidad suficiente de agua para darle de beber o preparar leche de fórmula.

Si ya comen sólidos y es un viaje corto, una opción muy útil es llevar frutas, galletitas o cereales. Para vuelos largos, se permite llevar comida preparada desde casa. De todas formas, se puede consultar en la compañía aérea acerca del menú infantil y sus condiciones. 

Vestimenta

Cada niño, ocupe o no asiento, puede llevar una valija de mano. En ella, es conveniente colocar la ropa y juguetes que los adultos crean necesarios para encarar el viaje. Es importante contar con una muda para cambiarlos, ya que por diversas situaciones como salpicaduras, vómitos y sudoración, puede ser necesario. En ese sentido, se recomienda llevar una cantidad considerable de pañales, así como medias y algo de abrigo, incluso en verano: además de prevenir que pasen frío, es importante que se sientan cómodos. 

¿Qué hacer con el carrito?

El carrito es un compañero indispensable en todo viaje y para viajar en avión es muy recomendable, porque evita el estrés de trasladar a los niños en el aeropuerto. Incluso, se puede dejar en la puerta del avión y recibirlo antes de bajar. Llevarlo, reducirá el estrés de los adultos y dará mayores posibilidades de descanso a los niños. 

Botiquín para el avión

En los aviones la mayoría de la medicación suele ser para adultos, aunque algunas veces se puede encontrar jarabe para niños. Sin embargo, abrirlo requiere una serie de autorizaciones y firmas de consentimiento. Por ello, se recomienda armar un botiquín propio antes de abordar: el mismo debe tener un termómetro, un jarabe de paracetamol o ibuprofeno y alguna medicina para los vómitos. En caso que el niño tome una medicación, por ejemplo para los bronquios, convulsiones o diabetes, ésta debe estar incluída y quedar al alcance. Se aconseja llevar una receta u orden médica para evitar problemas durante los controles de seguridad. 

Entretenimiento a bordo

Que los niños estén entretenidos es clave para que no sientan demasiado la duración del vuelo. Una estrategia es llevar cuentos, juegos de mesa, pinturitas, muñecos y hasta dispositivos electrónicos para hacer más llevadero el viaje. El rol del adulto aquí es fundamental, ya que debe animarlos e incentivarlos al juego mientras estén despiertos. Una opción, para niños de mayor edad, es aprovechar las pantallas propias de la cabina para que vean series o películas. 

El momento del aterrizaje

Como se producen cambios bruscos de presión, adultos y niños suelen sentir molestias en los oídos e incluso, muchas veces éstos se tapan. Los más pequeños no pueden comprender lo que les pasa y lo viven como una situación desagradable, que muchas veces se manifiesta a través del llanto. Para los menores de dos años, es útil darles el pecho o la mamadera u ofrecerles su chupete. Esto ayudará a evitar que se tapen los oídos y los mantendrá distraídos. En el caso de los niños más grandes, se les puede sugerir que mastiquen o que soplen tapándose la nariz.

Si bien cada niño y cada viaje tendrán sus particularidades, pensar en todas las eventualidades ayudará a estar preparados y más relajados a la hora de abordar. Lo importante es recordar que este momento es solo el medio para alcanzar el destino, más estimulante aún es si el motivo del viaje son vacaciones.

Bienvenido a bordo. Ahora solo queda disfrutar.

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