Especialistas afirman que ni el corpiño ni el desodorante causan cáncer de mama

Ambos pueden provocar molestias pero no llegan por sí mismos a causarlo, pues esa irritación no logra alterar los tejidos al punto de desencadenar la enfermedad que afecta en algún momento de la vida a 1 de cada 8 argentinas, informó la Sociedad Argentina de Mastología (SAM).

La pregunta es frecuente y la hacen sobre todo mujeres de mediana edad que llegan al consultorio preocupadas por posibles efectos negativos del uso del sostén, patentado en Estados Unidos en 1914, cuando se separó la parte superior del corsé y pasó a ser la prenda obligada de la indumentaria femenina en Occidente.

“Acusados de originar algunas molestias, tanto el corpiño como el desodorante no son culpables de alterar los tejidos de las mamas, condición necesaria para que se desarrolle un cáncer, dijo a Télam Diana Montoya, miembro de la SAM, del servicio de Mastología del Instituto Angel H. Roffo y del Hospital Universitario Austral.

“Es muy importante que todas las mujeres sepan”, subrayó, que ningún sujetador “puede originar un cáncer de mama”.

“Los corpiños con aro pueden provocar algunas molestias o dolor en el límite inferior de la mama si están muy ajustados, o si la tela que recubre el armazón metálico no se encuentra en buen estado. Pero esto no ocasiona ningún cambio en el tejido mamario”, afirmó Montoya.

En cambio, la especialista recomendó “no dormir con el corpiño para no lastimarse, pero no porque la prenda vaya a provocar una transformación de las células”, lo que descartó de plano.

Unos 1.700 años antes de Cristo, las mujeres ya habían comenzado a buscar una forma de “sujetar” sus pechos. Desde entonces, el hecho de llevarlos “contenidos” es una muestra de civilización y, dependiendo del modelo, también de seducción.

Catalina de Médicis, esposa del Rey Enrique II de Francia, impuso en el año 1550 el uso del corsé que lograba, de una manera bastante molesta, resaltar la figura femenina marcando fuertemente la cintura y realzando el busto.

Recién en 1914 se patentó el primer corpiño, diseñado por una joven neoyorquina de 19 años, Mary Phelps Jacob, quien decidió cortar las molestas varillas del corsé de un vestido de fiesta justo por debajo del busto y sujetar lo que quedaba con un par de tirantes.

La mastóloga descartó también que “los corpiños bordados, con apliques o encajes ocasionen algún daño al pezón”.

“A veces, si los materiales son muy rígidos o sintéticos o existe una predisposición personal, puede haber cierta irritabilidad de la piel, pero esto es un proceso superficial que no va a provocar ninguna enfermedad maligna en el pezón”, precisó.

Según la SAM, “en los últimos años, circuló mucha información acerca de las partículas que contienen los antitranspirantes y su posibilidad de tapar los poros en las axilas y desarrollar así un cáncer de mama”.

“Esto no es así. El efecto de los desodorantes o antitranspirantes es local, sobre la piel de las axilas y no origina ningún cambio en el tejido mamario que lleve al desarrollo de un cáncer”, aseguró Montoya.

La SAM insistió en que lo que previene la enfermedad, que afecta a una de cada ocho argentinas a lo largo de su vida, son los controles anuales a partir de los 40 años.

A pesar de la incidencia que tiene el cáncer de mama, se puede  diagnosticar de manera precoz a través de la mamografía y, de este modo, comenzar un tratamiento que obtiene un alto porcentaje de curación y excelentes resultados estéticos.

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