4 de octubre, Peregrinación a Luján

Con el lema “María ayúdanos a trabajar por la paz”, se va a realizar el próximo sábado 4 y domingo 5 de octubre, la peregrinación juvenil a pié a Luján.

Está cerca de cumplir 40 años, esta peregrinación. Es uno de los hechos evangelizadores más importantes de este tiempo de la iglesia.

Cuando algo se mantiene y se mantiene largamente y se va renovando y nuevos jóvenes van a participar de la peregrinación, tenemos que pensar que hay una obra concreta de la Gracia.

Yo diría que es un momento privilegiado de la Evangelización.

El Papa Francisco nos dice que “la iglesia es el pueblo en camino” “el pueblo que camina en la historia entre alegrías y tristezas”.

Y este pueblo que va caminando está reflejado en esta peregrinación, que camina como caminamos todos en la vida, pero que quiere caminar mirando a María.

Es como caminar mirando la estrella. Uno está más seguro cuando sabe dónde está la estrella, porque la estrella marca el rumbo. Y María es la estrella del Evangelio. Es aquella que ha vivido plenamente todo el Evangelio.

 “El pueblo ve en ella todos los misterios del Evangelio”, dice el Papa.

Por eso, María es la síntesis de cómo se vive el Evangelio y de cómo nos acercamos a Jesús.

Por eso, con sus distintas preocupaciones, anhelos, intenciones, esperanzas, dificultades, faltas de trabajo, inestabilidades emocionales, problemas afectivos, dolores por partidas de seres queridos, enfermedades. Con toda esa carga humana, de intenciones y de necesidades que tenemos todos, para llevar caminando y depositarlos en el corazón de María, el pueblo nuestro va a Luján. Principalmente nuestro pueblo joven, para  poder llegar a ella, tocarla, tomar gracia de su corazón.

Tantas veces he confesado en Luján, en el santuario. Cuántas veces he recibido a los peregrinos después de esa experiencia de cuerpo cansado, a veces al límite, con el corazón lleno de Dios por haber podido llegar y expresar en el momentito de la confesión, aquello que necesariamente se quiere decir al Señor y a la Virgen para poder dar vuelta la vida,  para poder cambiar la vida.

Este hecho evangelizador que va a cumplir cuarenta años tiene, este año, este lema “Ayúdanos a trabajar por la paz, María”.

La paz es un regalo de Dios y la Virgen nos puede ayudar a que podamos ir obteniendo este regalo.

La paz también es tarea nuestra y tarea de todos los días. Tenemos que reconocer muchísimas formas de violencia nos visitan. La violencia de la injusticia. La violencia de no haber tenido el afecto necesario para poder crecer armónicamente, tanto en el cuerpo como en el alma. La violencia de no haber sido tomado en cuenta. La de no ser reconocido en nuestra propia dignidad de ser personas y de hijos de Dios.

Cuántas violencias sufrimos y cuántas violencias se expresan en nuestra sociedad, interna y externamente.

Vamos a pedirle a la Virgen en esta nueva ocasión, de bañarnos de la fuerza del Evangelio a través de este gesto.

Vamos a pedirle a la Virgen que podamos hacer posible la construcción de la paz. Es un camino largo, diría el Papa, que exige paciencia y que al mismo tiempo exige, también, mirar a la Virgen.  Mirar cómo ella fue con su silencio, que es nuestra señora del silencio. Fue ayudando a ver cómo s e participa de la vida del Hijo de Dios, desde su Encarnación hasta su Pasión, para poder formar juntos una comunidad de paz, fruto del Espíritu, primer fruto del Espíritu y tan indispensable para la convivencia de los argentinos.

Que dios los bendiga y que la Virgen de Luján, nuestra patrona, nos traiga, en esta peregrinación, todas las gracias y todas las bendiciones que le pedimos juntos.

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