Letcher: “Mi único héroe en este lío”

El dirigente de Unidos y Organizados y concejal del FPV de San Martín, Hernán Letcher, escribió esta carta cuando se cumplía un año del fallecimiento de Néstor Kirchner. Hoy, recordamos esa carta con la responsabilidad de seguir con su legado.

Néstor: en estos días desde tu ausencia hemos hablado mucho sobre tu legado, sobre lo que nos dejaste particularmente a los jóvenes. A todos les sorprende la participación masiva juvenil en tu despedida. Yo quisiera contarte lo que has hecho en mí, en mi militancia y en mi vida. Debo reconocer que me llevó un par de días ir recordando como estábamos antes de tu 22%. No me refiero sólo a la realidad material-económica (esa la recuerdo bien…) sino sobre todo a quiénes éramos como militantes antes del 2003. Es imposible imaginarte sin pensar en el neoliberalismo menemista y en las frustraciones de la Alianza.

Por eso, lo primero que debo agradecerte es que te hayas jugado la vida por correr el límite de lo posible, por mostrarnos que no todo es lo mismo y que las cosas (la vida de cada uno) se pueden cambiar y que por lo tanto vale la pena tener un proyecto. Cualquier proyecto. Y creer en él. Sepultar el fatalismo político en definitiva demostró que las definiciones de los poderes facticos sobre lo “correcto” e “incorrecto” eran falsas.

Recuerdo, compañero Néstor, que cuando estudiaba en la Facultad de Ciencias Económicas, hacia fines de los noventa, nos ensañaban (y era la sensación que teníamos) que no había nada que hacer. Estábamos irremediablemente condenados, por muy heterodoxos que fuéramos, a una economía donde la deuda externa siempre sería una mochila insostenible, dependientes de ese monstruo omnipresente llamado FMI, y que la variable de ajuste siempre serían los trabajadores.

Nuestra militancia cotidiana sólo podía ser una consigna simple, clara y de resistencia. No daba para más. No podíamos imaginar jamás una sociedad que debatiera constantemente y cuyos conflictos estuviesen vinculados a definir el mejor mecanismo para que el esfuerzo de los argentinos se reparta de manera equitativa.

Efectivamente nos “impusiste” el fin de la resignación. Nos devolviste la política con esa tremenda capacidad de transformación que sin duda, los jóvenes con “conciencia noventista” desconocíamos. Yo empecé a militar desde la resistencia al modelo neoliberal de los ´90. La gran novedad (aunque ahora parece lejano, luego de tantas cosas vividas y compartidas) fue pasar de las consignas de esa resistencia en un contexto de destrucción social a la política como herramienta de construcción. Podemos discutir todo. Podemos discutir los grandes temas de nuestro país. Y nuestros sueños pueden concretarse.

Soy de aquellos que creen que la historia nos devuelve en dirigentes nuestro compromiso militante. Vos sos parte de esa devolución. Llegaste como fruto de la lucha popular.

En los noventa, Néstor, vos lo sabes: los pibes creíamos que la gestión del gobierno de turno era el mecanismo burdo y grosero por el cual nos cagaban sistemáticamente y el Estado era un lugar que alojaba garcas o inútiles.

Aclaro: aun allí creíamos que las gestiones eran para “abrocharnos”. Nos preguntábamos “¿dónde está la trampa?”.

La realidad luego nos mostró que efectivamente se podía cambiar y mejorar la vida de los argentinos. Por eso, no me llamó la atención en ese doloroso 27 de octubre encontrarme en la fila para despedirte, a una chica que me mostró un ramo de flores con una pequeña carta para vos. No era una chica militante, para nada militante, a tal punto que me preguntó quién era aquel “gorila” que nombraban las canciones entonadas ese día. La carta decía: “Gracias Néstor porque sin vos mi abuela nunca hubiese tenido una jubilación”.

Resulta que un Gobierno podía convencer desde la gestión, desde las soluciones concretas, desde los beneficios materiales podemos estar mejor si hay decisión política!

Y sos “culpable” de otra cosa más: del debate sobre quién se queda con el esfuerzo de los argentinos. Mucho más profundo aun: nos concientizaste de que todos los argentinos trabajamos y nos esforzamos para construir la Argentina. Y que entonces había que poner en la mesa de discusión quien debe quedarse con ese esfuerzo: el pueblo o las corporaciones económicas. Para nosotros, jóvenes, que crecimos con la angustia de nuestros padres de perder su trabajo, que experimentamos el miedo de que al día siguiente no tendríamos para comer, no tendríamos trabajo, no podríamos estudiar, de que no podríamos formar una familia… de sentirnos derrotados aun antes de empezar… tu decisión de “ir al frente” significó una doble victoria. Porque no pensábamos en el trabajo como un derecho, sino como un privilegio. Pero tampoco lo pensábamos como el espacio de organización de poder popular. Marcaste el rumbo para la generación de un país industrial en el que los trabajadores tienen un rol central, y donde además los jóvenes,  que no éramos parte ni de la política ni del mundo del trabajo, pudiésemos proyectarnos allí. Nos pusiste de pie. Como dijo Lula: nos devolviste “la autoestima a un pueblo dormido”.

Finalmente, Néstor, mi profundo agradecimiento a tu gesta más grande: la militancia. Fuiste un extraordinario militante popular, viviste como tal, moriste como tal. Estará sin duda tu rostro en nuestras banderas, en los nombres de nuestras agrupaciones, en nuestras cabezas y en nuestros corazones. Llegaste diciendo: “no voy a dejar mis principios en la puerta de la casa rosada”. Y así fue. Diste todas las disputas que cualquier militante quiere dar. Esas que cuando nos juntamos tres o cuatro en una casa soñábamos atrevidamente concretar… Decirle NO a BushDecirle a Clarín “estas nervioso…”. ¿Cómo no vamos a enamorarnos los jóvenes? ¿Cómo no vamos a creer ahora que es posible?

Fuiste un tipo osado, que daba pasos más largos que lo que te permitían tus piernas, que los que la relación de fuerzas te permitía, que nos enamoró, que nos politizó, que nos hizo debatir, que nos puso frente a frente con nuestras propias contradicciones y de frente a nuestra identidad y a nuestro pueblo. Y sobre todo que nos reconcilió con la historia grande de nuestros padres populares. Recuperaste las palabras prohibidas por el neoliberalismo. Hoy decimos con orgullo: pueblo, ideología, patria, política, militancia…Nos volviste a unir en el maravilloso espacio de las convicciones. Fuiste a contramano de la especulación dominante que, como decía Rodolfo Walsh, “ha procurado siempre que cada lucha deba empezar de nuevo, separada de las anteriores, perdiendo la experiencia colectiva”.

Sos para nosotros sin dudas un héroe popular. No viví el cortejo fúnebre de Perón, pero algunos compañeros con experiencia dicen que era un velorio con todas las letras: llanto, dolor y lágrimas. Acá también hubo llanto, dolor y lágrimas. Muchas. Pero sobre todo hubo una profunda expresión de alegría militante por lo que nos diste: esta gran oportunidad de construir un proyecto nacional y popular. Tenemos la convicción de que ahora se viene lo mejor…

Hernán Letcher – Dirigente Unidos y Organizados (UyO)

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