A toda orquesta, ayer cerró la novena edición de Bocas Abiertas, una fiesta de  sabores y experiencias compartidas  

Cuatro jornadas intensas, con los chefs dónde más disfrutan, al frente de sus cocinas, y con un público ávido de juntarse, pasarla bien y comer rico al aire libre. Un plan redondo el del festival Bocas Abiertas que desde el jueves recibió en el Centro Municipal de Exposiciones de San Isidro (Del Barco Centenera y el río) a cerca de 40.000 personas y anoche se despidió con el show de Hugo Lobo & Street Feeling Band, a puro ska, reggae y con baile colectivo hasta cerca de la medianoche. 

“Una festival de alcance nacional que refleja el espíritu de nuestra ciudad, llena de alegría y en la que todos nos sentimos incluidos. Vivimos un cara a cara vital, sobre todo para los cocineros que requieren del comentario directo del público para ser cada día mejores y más innovadores. La gente comió rico, bailó, cantó y, pese a la enorme concurrencia, todos encontraron su lugar para estar cómodos. Exhaustos y felices”, comentó anoche Eleonora Jaureguiberry, subsecretaria general de Cultura de San Isidro, a cargo de la organización del evento, junto con la asociación civil Gastronómicos Bocas Abiertas.

Bajo el lema 2021 La libertad y el reencuentro, cumplido con creces, la comunión cocineros/público volvió a darse una vez más con una carta de platos amorosa y kilométrica (unos 100 platos a no más de $500) que reflejó la potente gastronomía de unos treinta restos del Bajo y alrededores. Por nombrar algunos, del pincho de cordero asiático, más chile fermentado, miso y banana, maní, menta y cilantro de Bestia, y el salmón a la plancha, más smash de arvejas y aire de limón de Tree, a las albóndigas de cordero fritas con caponata a base de berenjenas, morrones y tomate de Alo’s.

Para replicar recetas en casa, o al menos intentarlo, hubo clases de Pamela Villar, Juliana López May, Marta Ramírez, Danilo Ferraz, Takehiro Ohno y tantos otros, y un Mercado de Productores con vocación sustentable y federal, con gente que miró, degustó y compró. Ahí nomás, el Museo Gastronómico y su vajilla de distintas épocas, fotos y libros para conocer el ayer y valorar el hoy.

“Viví diez años en San Isidro y es el festival gastronómico por excelencia, el que más me gusta. Probé todo y está todo buenísimo”, aseguró Cabito Massa Alcántara, presente en el jurado de la Chimi Cup y la Chori Cup, que este año fueron para Alejandro Casella y Johnnie Giebert, mientras que la Alfajor Contest la compartieron Florencia Loza y Felicitas Sebastiá.

“Feliz de volver a esta feria, me encanta el contacto con la gente, el afecto. ¡Exploto!, me saqué 200 millones de fotos y vendimos muchísimo, vamos por más Bocas”, expresó Maru Botana, tras preparar en el escenario principal una exquisita torta con base de granola, chocolate amargo, mousse de chocolate blanco, frutos rojos y garrapiñados de girasol.

La visita disfrutó como en el jardín de su casa, infinitas selfies con chefs en foco, gente meditando sobre esterillas y encontrándose con ella misma en el Sector Consciente/Calma Style, niños en tono lúdico trepando a una pirámide y empujando figuras geométricas, un puesto para bucear entre más de 500 títulos sobre gastronomía y treinta bandas y solistas que hacen de Bocas algo distinto. El Bahiano, en un jueves de apertura multitudinario, el jazz de Dan Pocetti, Bossa Nova N´Classic, Indios de la noche, La Bomba del Ghetto y muchos otros, sumado a una legión de Djs en el escenario acústico y a La César Pavón Orkesta girando y haciendo bailar a todo el predio, que este año duplicó su capacidad para llegar a 1600 metros cuadrados de felicidad.

“Alegría total, una fiesta”, dijo Laucha Luchetti, de Locos X el Asado, con más de 4000 raciones vendidas durante la feria. “Es nuestra primera vez y superó largo las expectativas, calculamos 1500 porciones y vendimos más de 3000. Volveremos”, aseguró Leandro Cabanillas, de Ruka, en su primera vez en Bocas, que fomenta el reciclado y la solidaridad, ya que parte de lo recaudado se utiliza para ayudar a entidades sociales del barrio.

“Un gran trabajo en equipo, mucho equipo, y balance recontra positivo. Se armó un fiestón y ya estamos soñando con la próxima, con más contenido, más situaciones y más alegrías”, coincidieron Diego García Tedesco y Nacho Echeveste, responsables de Gastronómicos Bocas Abiertas.

Y mientras Lobo y su Street Feeling Band cerraban a puro ska y reggae, con temas propios y clásicos de Marley y The Skatalites que armaron el baile, en la otra punta del predio se asaban entrañas, chorizos, salchichas criollas y verduritas en tres planchas y una cruz libro al mando de Gaby Zinola, llegada de la icónica cantina Don Carlos, en La Boca, para el tradicional Fin de Fiesta. Un merecido reconocimiento a expositores, staff y público que se quedó para el último bocado de un festival experto en el arte cocinar, recibir y despedir.

San Isidro, 1 de noviembre de 2021

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