Cáncer de tiroides: se registra un caso cada dos horas en Argentina y crece la incidencia a nivel mundial

Es el octavo tumor más frecuente en el país, con más de 4.100 casos por año. Por su baja mortalidad y altas probabilidades de cura si es tratado a tiempo, la detección temprana juega un papel central. Síntomas y métodos de diagnóstico.

La aparición de un bulto o una inflamación al costado del cuello son señales de alerta que no se pueden pasar por alto. Si bien estos nódulos suelen ser asintomáticos y benignos, también pueden ser consecuencia del desarrollo de un tumor. Por eso, la consulta médica es un paso imprescindible.

Habitualmente se habla poco del cáncer de tiroides, pero es el octavo más frecuente en la Argentina. Según los últimos datos publicados por el Ministerio de Salud, se registran 4.100 casos por año, casi uno cada dos horas; y la incidencia es notoriamente mayor entre las mujeres. Su mortalidad es baja: las estadísticas oficiales indican que es la causa de 243 muertes al año. Esto representa apenas el 0.4% de todos los fallecimientos por tumores en el país.

Sin embargo, este dato tiene como contrapartida el impacto negativo de la pandemia, que generó una tendencia indeseada. Hubo una menor cantidad de controles -efecto de la sobrecarga del sistema por la demanda del Covid- y esto llevó a que ahora muchos pacientes lleguen a la consulta médica con tumores en estados más avanzados.

Ante este cuadro de situación, en el marco del Día Internacional del Cáncer de Tiroides que se conmemora este 24 de septiembre, desde la comunidad médica la prioridad es retomar el camino del diagnóstico temprano, para abordar tratamientos con mejores chances de cura.

Qué es el cáncer de tiroides

Primero, lo básico: conocer la enfermedad. Como su nombre lo indica, este tipo de tumores atacan la tiroides, una glándula en forma de mariposa ubicada en el cuello. Es la encargada de secretar hormonas y participa en gran parte de las funciones básicas del organismo: neurológicas, cardíacas e intestinales y el mantenimiento de la temperatura del cuerpo, entre otras. Es por eso que cualquier alternación en esta glándula puede afectar la salud en forma integral.

Existen tres formas de cáncer de tiroides. El cáncer diferenciado es originado en las células foliculares y es el más frecuente; con las variantes papilar y folicular, representan más del 95% de los casos. A esto se suma el cáncer medular, que se origina en las células parafoliculares; y el anaplásico, que es una variante más agresiva, pero poco frecuente”, explica el oncólogo clínico Agustín Falco (MN 113572), especialista en Tumores de Cabeza y Cuello/Tiroides del Instituto Alexander Fleming.

El desarrollo se da a partir de un cambio en el ADN de las células afectadas. Esta mutación hace que comiencen a crecer y multiplicarse, en vez de cumplir su ciclo y morir. Cuando esto sucede, comienzan a acumularse generando así el tumor.

El experto advierte que la incidencia de este tipo de tumores viene registrando un alza en los últimos años. “Reflejando una estadística global, el cáncer de tiroides es la neoplasia maligna endocrina más frecuente, con una incidencia en incremento a nivel mundial (entre 13 y 14 nuevos casos cada 100.000 habitantes por año)”, explica.

Esta suba, en parte, está asociada a que el sistema de salud hoy cuenta con recursos más avanzados para el diagnóstico. “Hay una mayor difusión de estudios, como la ecografía cervical, que detecta tumores asintomáticos subclínicos. Es decir, tumores hallados incidentalmente, a los que se conoce como ‘incidentalomas’”, detalla.

Muchos pacientes llegan al consultorio sin siquiera sospechar la presencia de una enfermedad. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, es algo frecuente en las patologías asociadas a las tiroides en general, no sólo las oncológicas: un estudio reciente mostró que el 60% de las personas que tenía una alteración en la glándula, no lo sabía.

Los síntomas del cáncer de tiroides

Más allá del hallazgo incidental, la forma de presentación más frecuente es como un nódulo cervical asintomático“, explica el doctor Falco. Muchas veces estos tumores tienen un crecimiento lento, por lo que en un primer momento no dan señales de alerta.

En menor medida, de acuerdo a informes publicados por los Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades de los Estados Unidos, también puede presentarse cuadros con dificultad para tragar y respirar o voz ronca. De todas formas, como estos síntomas suelen estar asociados a otras patologías, lo que se recomienda es consultar a un médico para recibir un diagnóstico más preciso.

Es un tumor más frecuente en mujeres que en hombres, con una relación aproximada de 2.5 a 1. Se desconoce cuál es la causa de esta distribución“, detalla Falco y señala que la edad de presentación suele ser entre los 40 y 60 años, aunque puede verse en personas más jóvenes y en pacientes añosos.

No existen medidas específicas de prevención, aunque, como siempre se enfatiza, una vida saludable, evitando el consumo de tabaco, alcohol y el control médico periódico, permite la detección precoz y el mejor manejo de esta enfermedad“, apunta el experto del Fleming.

Diagnóstico y tratamiento

Cuando se detecta un nódulo tiroideo sospechoso, se realiza una punción bajo guía ecográfica para poder diagnosticar si se trata o no de un tumor. Es importante tener en cuenta que no todos los nódulos tiroideos se deben punzar, ya que la gran mayoría son benignos (cerca del 95%).

En el contexto de pandemia por Covid-19, el diagnóstico de muchos tumores se vio retrasado por la ausencia de la consulta precoz. El cáncer de tiroides no escapó a esa realidad, y nos encontramos en estos tiempos con tumores diagnosticados en estadios más avanzados“, advierte Falco, abordando una de las problemáticas con las que los oncólogos se encuentran actualmente en los consultorios y que ahora intentan revertir a partir de la concientización y la consulta temprana.

Una vez definido el diagnóstico y conociendo las características del tumor, se determinan las opciones terapéuticas más convenientes para el paciente. Al igual que con otras patologías oncológicas, las alternativas abarcan cirugía, radioterapia, medicina nuclear y terapias dirigidas. “Esto requiere la evaluación de los pacientes en centros con experiencia en el manejo de esta patología, y la discusión de todos los casos en equipo multidisciplinario, indispensable para la mejor toma de decisiones“, concluye el doctor Agustín Falco.

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