Mensaje de Monseñor Oscar Ojea para Navidad

¡Feliz Navidad para todos! Cuando lo decimos muchas veces en el lenguaje popular es la mesa familiar, estar con los seres queridos, que no falte nadie de los que quiero, porque en el fondo necesito ir a mis afectos más profundos, para recrear mi vida y para renovar mi vida, para ponerme en las raíces de mi vida, en aquello que puede motivarme para poder cambiar, para poder seguir adelante con más fuerzas, para poder empezar de nuevo.

¿Cuál es la raíz más profunda de todo esto?

Que Dios viene a nosotros y se hace hombre y viene a acompañar el camino de nuestra vida, para iluminarnos con la potencia de su verdad y de su amor.

Jesús acompaña a cada hombre en el camino de su vida, esto significa que nadie está solo, nadie está más solo, está acompañado para siempre por el Señor que viene a recorrer con nosotros el camino.

Camino que empieza a recorrerlo hecho niño en un pesebre, como lo celebramos en la Eucaristía de la Nochebuena es cuando viene a decirnos: “Empecemos de nuevo, vamos de nuevo, anímate qué vale la pena vivir para el amor en serio, que vale la pena vivir para el servicio, vale la pena vivir para poder servir al corazón del hermano, para que en el corazón del hermano pueda surgir lo mejor anímate porque tenemos que construir mucho y queremos construir una comunidad.

Solo en comunidad se puede vivir y se puede crecer, anímate porque tenemos que mejorar en este punto, en otro anímate porque el balance que hicimos de este tiempo o en el balance que hicimos de este año, hubo cosas que no podemos repetir, pero yo voy a estar, voy a estar para animarte no vas a estar solo. Yo vine para acompañar tu noche y tus días, tus tinieblas y tus luces, tus sombras y tu sol, vine para acompañarte siempre porque te amo de un modo incondicional.

No te amo porque me des algo o porque seas bueno o porque seas bello, te amo porque te amo y yo vine a estar con vos y me juego por vos y me jugaré la vida por vos.

Este es el misterio último de la Nochebuena.

Se llena para siempre nuestra soledad, por eso podemos ir a los afectos, participar de la mesa y retomar fuerzas para recomenzar y renovar nuestra vida.

Quiera el Señor que la conversión de nuestro corazón en esta navidad sea profunda. Que Dios los bendiga

¡Feliz Nochebuena y Feliz Navidad!
Mons. Oscar Ojea
Obispo de San Isidro

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